sábado, 11 de abril de 2009

Romance a Pedro Camejo Negro I


Por: Jhuan Z. Rodriguez

¿Quien no ha oído nombrar a Pedro Camejo, a ese que Bolívar llamó Negro I?
Primero en bravura, primero en destreza, primero en la lucha y primero con el machete conuquero.

Ese que se batió en las batallas para que nosotros levantarámos de la tierra las rodillas y fuésemos libres como lo quería Bolívar.

El mismo que páez le decía : " León de Payara" porque cuando llego a su ejercito vino como el viento que sopla en los llanos. Como el Apure que se desbordó en invierno. Como el fuego que arrasa en verano.

Fue llama que se prendió en Guasdualito, haciéndose primero en Mata de Miel, primero en el Yagual, y primero en las Queseras del medio.

Arrojado y mañanero también fue entre los ciento cincuenta de " Vuelvan Caras" que a los lanceros de Paéz, los españoles iban persiguiendo.

Así llegó a Carabobo, sin miedo, que nunca lo tuvo, de guerrero se hizo Teniente Coronel Republicano.

Y tambien en Carabobo iba de primero con la lanza en la mano cuando casi todos estaban muertos.

" Bravos de Apure" se queda sin comandantes.

Negro Primero se sale por un atajo y atraviesa la sabana, lleva su pecho abierto y junto con su caballo continúa en el combate.

Una mezcla de sangre y pólvora envuelve a los escuadrones. En ese instante se ve un jinete a toda velocidad y lanza en mano es un huracan dando la batalla, se acerca todo bañado en sangre a la verdadera libertad.

Se sale del combate, afanosamente busca su jefe, el catira Paéz, quién lo está observando y cree que esta huyendo.

Su vos como un trueno estremese a Carabobo:

-¡Negro cobarde!...¿Por que huyes, tienes miedo?

-¡Regresa... hazte matar!

-¡Tu tienes que ser el primero!

-¡Necesito ver tu sangre libre en la mitad de esta batalla!

Negro I clava sus ojos en toda la inmensidad de las colinas, obliga a regresar a su caballo, arroja la lanza que va a clavarse en una meseta, rompe con ambas manos su chaqueta y le enseña su pecho partido en dos a su jefe.

Caballo y jinete se detienen, erguido y sin desplomarse, esclama:

-¡Mi general, mi general, vengo a decirle adios, porque estoy muerto!!!

Paéz se hecha la cruz, no puede creerlo mira el cielo y solo alcansa a decir:

-¡Señor, padre nuestro!!!

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